jueves, 24 de septiembre de 2009

Calidad versus cantidad de dinero

Adrián Ravier para www.libertaddigital.com
"En un sistema de banca libre, donde se elimina el banco central y el curso forzoso, los bancos necesariamente acomodan su expansión crediticia a la demanda."

En mí último artículo señalé que hay cierto consenso entre los economistas de las distintas escuelas de pensamiento macroeconómico sobre la necesidad de evitar la contracción secundaria mediante la expansión de la base monetaria. Dicho en pocas palabras, el rol activo y anti-cíclico del keynesianismo, el anti-deflacionismo monetarista, la lectura del free banking de los austríacos Hayek-White-Selgin-Horwitz-Garrison-Rizzo-O'Driscoll de oponerse a la "contracción secundaria" y ahora la "prudencia política" del profesor Huerta de Soto, todos se oponen a que la Reserva Federal abandone completamente la política monetaria, y en su lugar, afirman que –de distintas maneras– el banco central debe "hacer algo". El objetivo de la columna fue simplemente rechazar el mito de que todos los austríacos están de acuerdo que el ajuste sea por precios, renunciando a la política monetaria.

Mi colega austríaco Juan Ramón Rallo contestó a mis comentarios con una columna muy interesante, en donde se adhiere al consenso y en el que rescato un punto central: "no importa tanto la cantidad, sino la calidad de dinero".

Rallo es uno de los principales representantes de la teoría cualitativa del dinero, desarrollada originalmente por Antal Fekete a través de los escritos de Adam Smith y Carl Menger. En pocas palabras, en este enfoque "el gran problema de la crisis global actual es que los bancos recibieron depósitos a corto, pero prestaron a largo plazo."

Hay dos cuestiones que quisiera señalar al respecto: la primera, relativa a la cantidad de dinero; la segunda, en relación con la calidad de la política monetaria de Bernanke.

La primera cuestión es que Rallo desarrolla una crítica sobre la teoría cuantitativa del dinero que no comparto. Y es que esta teoría, si bien con problemas propios de su agregacionismo, nos enseña una verdad fundamental sobre "el nivel general de precios". Es cierto que no nos dice nada sobre lo que ocurre con los precios relativos –con todas las implicancias que ello tiene y que han sido ampliamente demostradas por la Escuela Austríaca ha demostrado–, pero sí explica los determinantes del agregado de los precios. Así, lo que no explica no invalida lo que dice.

La cantidad de dinero importa, y eso es precisamente lo que Friedman intentó demostrar; algo que, de hecho, ha tenido muy buenos resultados en materia de política económica. Detener el fuerte proceso inflacionario chileno en los años 80 es un mérito que debemos reconocerle al espíritu de la regla de Friedman. Y es que una regla monetaria que limite la expansión entre un 3% y un 5% no será óptima, distorsionará los precios relativos, generará cierta mala-inversión, pero no generará desequilibrios importantes como para dar lugar a la actual crisis global.

En otro lugar he desarrollado una crítica a esta regla monetaria y he llegado a la conclusión de que el problema no son las consecuencias que surgirán de su cumplimiento, sino las consecuencias de su incumplimiento. No hay razones para esperar que un banco central sea independiente del gobierno y se sujete a dicha regla.

La segunda cuestión se refiere a que en una teoría "cualitativa" del dinero podemos abrir otros dos aspectos: por un lado, el plazo al que se reciben y se otorgan depósitos y préstamos; y, por otro, a quién se le presta el dinero.

La responsabilidad de los plazos, punto ampliamente enfatizado por Rallo, entiendo que debe recaer sobre la esfera de los bancos comerciales, y que debe ser completamente irrelevante para la política económica. Dicho en otras palabras, ni el gobierno, ni el banco central debieran ocuparse de regular este aspecto. De hacerlo, estaremos atacando la libertad bancaria.

Y es que además no es necesario. En un sistema de banca libre, donde se elimina el banco central y el curso forzoso, los bancos necesariamente acomodan su expansión crediticia a la demanda. Si se exceden, empiezan a perder reservas, y si no corrigen su actitud rápidamente, la pérdida de confianza los hará salir del mercado dejando su lugar a otros bancos emisores con mejor manejo de la oferta de billetes. Como bien señala Nicolás Cachanosky, este es el efecto descrito por la llamada Ley de Gresham: en un mercado libre la moneda fuerte desplaza a la débil.

En este sentido, el factor central es el que señala Lawrence White: los pánicos bancarios. Los potenciales pánicos permiten a los depositantes controlar el riesgo que los bancos comerciales asumen. Dicho control impide que los bancos tomen riesgos innecesarios, esto es, los disciplina.

Así, si interpretamos el encaje de plazos entre depósitos y préstamos como una regla de prudencia que los bancos comerciales deben seguir, es de esperar que los incentivos a aplicarla sean mayores bajo un sistema de banca libre.

Respecto del segundo punto, sobre "a quién" se le presta el dinero, encuentro sintonía entre "cualitativistas" y los defensores de la banca libre.

Rallo argumenta que mi énfasis estuvo en la cantidad de dinero, cuando debí advertir que "el problema real no está ahí, sino en que ha aumentado demasiado porque se ha prestado a sectores a los que nunca se debería haber prestado". Pero este punto sí que lo advertido. De hecho, pienso que el problema de la acción discrecional de la Fed fue tanto "cuantitativo" como "cualitativo", y no logro comprender por qué deberíamos ignorar la relevancia de uno de estos motivos.

En el plano cualitativo, la Fed expandió la base monetaria comprando deuda privada de alto riesgo, en lugar de comprar deuda del gobierno y ahora tiene una cartera de activos cuyo valor y liquidez desconoce y que le será difícil revender en cuanto comience a aumentar la velocidad de circulación del dinero.

¿Podemos afirmar entonces que respaldo –con matices– la política de Bernanke? Pienso que no. ¿Podemos afirmar que la crítica de White a Bernanke es sólo por la "cantidad" de dinero? Tampoco. De hecho, ante esta crisis Lawrence White ha sido uno de los pocos economistas que estudió minuciosamente el balance de la Fed para sintetizar en un artículo la enorme discrecionalidad con la que Bernanke está actuando.

En conclusión, es sumamente relevante señalar que el dinero que hay que crear para atender la mayor demanda no tiene por objeto salvar a ningún banco, sino estabilizar el ingreso nominal (M x V). La Fed no hizo esto. En su lugar, sin intervención del Congreso, desarrolló una política monetaria selectiva, destinada a prestar a sectores muy específicos.

Adrián Ravier es economista de la Fundación Friedrich A. von Hayek y escribe regularmente en su bitácora.

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